lunes, 1 de octubre de 2007

Indagando un poco sobre el Santo Patrón San Jacinto


San Jacinto una vez más celebra su fiesta jubilar en honor a su Santo Patrón, aquel Santo considerado Patrono Nacional de Polonia, su país natal, aquel sacerdote que durante cuarenta años aproximadamente de vida pastoral realizó una proficua labor apostólica de servicio a Dios y a sus semejantes.

Muchas veces Dios realiza prodigios a través de sus Santos, pero normalmente ocurre cuando éstos ya están en la gloria. El caso de San Jacinto es excepcional, lleno de hechos maravillosos. Testimonios históricos que lo encumbran como Santo.

San Jacinto vivió en el siglo XII, eran épocas en que los vientos nuevos venteaban en Europa pero a su vez situaciones terribles se daban en su interior con las luchas mutuas de los reyes y numerosos herejes que pululaban en Francia e Italia.

A la vez, Europa era cercada por enemigos comunes. Los árabes presionaban en España. los turcos llegaban hasta Hungría, los mongoles y tártaros amenazaban las fronteras del Norte y del Este.

Eran los tiempos en que San Francisco predicaba a los pájaros y el alba sorprendía a Santo Domingo convirtiendo herejes.

La Iglesia vivía todavía en formas feudales. Obispos y sacerdotes eran grandes señores, pero la gente buscaba la realización del Evangelio en formas sencillas.

Roma era fuerte, pero cada vez escapaban más cosas a su control. Sin embargo, ella debía arreglarlo todo y confiaba a espíritus gigantes la solución de cada cosa. Estos gigantes existían; a veces se les veía por los caminos, de dos en dos, con hábito blanco y negro.

Uno de esos gigantes era Jacinto, predicando en los rincones más inimaginables.

Pero Jacinto tenía una misión más amplia. Los santos no conocen fronteras. Prusia era todavía tierra idólatra y sus gentes formaban las hordas terribles que de vez en cuando asolaban las regiones del norte europeo. El único capaz de contenerlos y ennoblecerlos fue este fraile, Jacinto, que pasó entre ellos dejando una constelación de milagros.

Nadie puede contar cuántas veces su capa le sirvió de nave ni cuántos muertos volvieron a la vida para dar fe de su palabra, ni cuántos ídolos destruyeron su celo o el fervor de los nuevos convertidos. Su predicación quedó asegurada fundando varios conventos sobre la tierra prusiana.

Kiev, capital del Imperio ruso, era una gran ciudad, pero Rusia rechazaba tenazmente a Roma.

Un día llegó a la ciudad nuestro Santo; pero un embajador de Roma, por muy santo que fuese, no tenía nada que hacer allí. No obstante, Dios sabe cómo abrirse caminos. Jacinto visita al gran príncipe Wladimiro y devuelve la vista a su hija, ciega de nacimiento.

Este milagro abrió los ojos de toda la corte a la verdadera fe; le piden que se quede con ellos y el Santo accede, fundando, con ayuda del soberano, un gran convento cerca de la ciudad.

Jacinto y sus compañeros son los primeros frailes occidentales que fundan un convento en Rusia.

La primera batalla estaba ganada, pero el horizonte histórico era muy oscuro.

Por el otoño de 1240 se dirige hacia Europa el imponente ejército tártaro de Batou, hijo de Gengis-Kan, el gran conquistador de China y Asia Central. Acampan frente a Kiev, al otro lado del río, esperando a que el invierno haga del mismo río un gran puente de hielo.

Poco después, los frailes ven prudente abandonar su convento ante el peligro inminente de ser destruida, uniéndose a las caravanas que huyen hacia Occidente.

Jacinto toma consigo el copón con el Santísimo, para evitar que sea profanado en el saqueo. Al salir, oye que alguien le llama:

Jacinto, ¿te vas y me dejas?

Las voces de la Virgen no pueden resistirse nunca y el Santo, cogiendo la imagen suplicante, huye, atravesando a pie el inmenso río, seguido de sus frailes.

Por eso, la figura de San Jacinto se caracteriza por llevar una custodia y la imagen de la Virgen María.

San Jacinto, al pasar a la vida eterna en agosto de 1257, Dejaba en Polonia 30 conventos con cerca de 400 frailes y media Europa sembrada de nuevas fundaciones.

San Jacinto es nuestro Santo Patrón. A el le rendimos homenaje esta semana, por el, vecinos, familiares y amigos que vivimos aquí o retornan de diferentes puntos del país y del extranjero nos reencontramos para alegrarnos y compartir momentos felices.

Pero debemos darnos un espacio también para la reflexión, para revisar lo avanzado y corregir lo equivocado, para reconocer y emular muchos pasajes de la vida de Jacinto, para aspirar bajo el manto de nuestro Santo Patrón un San Jacinto libre de injusticias con ciudadanos y organizaciones libres sin temores ni coerciones.

No hay comentarios: